Una visión se define, en el marco empresarial, como una descripción precisa que indica hacia dónde se dirige la empresa a largo plazo, y nos permite imaginar qué es aquello en lo que pretende convertirse en el futuro. Básicamente, esa visión permite proyectar el futuro de la empresa.

Si aplicamos un símil, y pensamos que un país es la empresa más importante para sus ciudadanos, entonces una visión clara es vital para saber hacia dónde vamos.

Cuando la visión está clara, los líderes pueden inspirar a sus seguidores

En mi libro ¡Bienvenidos al futuro! desarrollo de una manera positiva una visión de un país próspero, dinámico, potente, victorioso, con unas potencialidades y capacidad de producción nunca vista en país alguno de América Latina.

Crear una imagen positiva no es difícil, siempre que tengas los elementos claros que deben formar parte de ese retrato mental, con figuras, números, sistemas y espacios que se llenan con ideas que alguna vez viste en funcionamiento, que te impresionaron, y que de alguna forma te inspiraron para convertirlo en una realidad de la cual quieres formar parte.

Es fácil dibujar en un papel en blanco todas esas imágenes refulgentes de una visión, con trazos llenos de colores, y vibrantes sistemas que impresionan todos los sentidos, pero que sobre todo, te hacen sentir bien. Es como un director de orquesta cuando logra ensamblar un grupo de músicos capaces de ejecutar una obra maestra.

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La realidad a la que nos enfrentamos

La realidad es que cuando te encuentras ante una situación como la que tenemos en Venezuela para esta segunda década del siglo XXI, y la cual también se refleja en otros países, principalmente de Latinoamérica, donde hay manchones y garabatos en el papel, cuesta más establecer esa imagen hermosa y atractiva de la visión que quieres crear.

Esa es mi historia, en diversas ocasiones la vida me ha puesto al frente de situaciones sumamente complejas, instituciones que no funcionan, llenas de malos hábitos, cargas pesadas de un pasado infructuoso que ha dejado huellas marcadas que hacen difícil el funcionamiento de esa institución, organización o empresa.

Me tocó cuando trabajé en la industria petrolera en Venezuela (PDVSA), atender barcos tanqueros de petróleo con todos los sistemas de navegación puenteados, o truqueados, para que pudieran funcionar. Calderas generadoras de vapor que funcionaban como cafeteras domésticas, en lugar de tener sistemas de control de alta tecnología estas poseían controles rudimentarios de baja calidad.

Mi experiencia

Me sucedió en la empresa privada, donde en ocasiones te corresponde enfrentar la compleja realidad de socios inversionistas que no se ponen de acuerdo, a pesar de que todos quieren lo mismo: rendimiento de su inversión. Pero, por distintas razones no siempre los intereses están alineados con la visión de la compañía.

Lo afronté también en el Colegio de Ingenieros de Carabobo en el año 2004, donde más de 20 años de gestión con manipulación política, y sin sentido gremial, habían hecho deslucir la majestad de una institución tan digna.

En apenas dos años levantamos la imagen del gremio, implantamos innovadoras iniciativas para integrar a los agremiados, generamos desarrollo educativo para los colegas que querían mejorar su nivel académico, acondicionamos las instalaciones deportivas para el disfrute de la familia, adecuamos sitios de esparcimiento dignos: y sobre todo una poderosa visión de la misión de los ingenieros y arquitectos como entes transformadores de la realidad para servir a la ciudadanía, y al entorno en que vivíamos.

En mi obra, “Bienvenidos al futuro”, el prologuista: Abogado Henrry Henríquez, destaca que Venezuela en el año 2020 es sorprendida por el COVID-19 con apenas 100 respiradores artificiales en todo el país para atender a 32 millones de personas y con un sistema sanitario destruido. Una realidad que vista desde la óptica de que nuestro país se erige como el país con la mayor reserva de petróleo del mundo, por encima de Arabia Saudita, Rusia, los Estados Unidos e Irán. Dice mucho de la paupérrima administración a la cual ha estado sometido el país.

¿Se puede hacer algo con ese papel lleno de garabatos, entuertos y manchones?

Mi respuesta es: ¡Claro que sí!

Los verdaderos líderes son los que son capaces de visualizar salidas a las crisis, inspirar a sus seguidores, motivar a la acción, lograr coaliciones, alianzas y la participación de los interesados para llevar a la acción iniciativas de éxito que podrán demostrar que cuando se tiene claro el objetivo, y hay unidad de propósito, las cosas se pueden hacer bien.

¡No será fácil, pero sí factible! Un camino largo, interesante y lleno de obstáculos, sin perder de vista que los problemas son la materia prima que nos hace crecer, aprender, y capitalizar experiencias. Ha sido así siempre, las grandes civilizaciones de la humanidad se han levantado de los restos de una guerra, una catástrofe natural o una debacle económica. Para finalmente convertirse en potencias mundiales, con altos índices de desarrollo, y niveles de vida dignos para sus ciudadanos.

Siguiendo los pasos en la dirección correcta se puede llegar a esa visión que al comienzo de este artículo menciono, y que he detallado ampliamente en mi obra: ¡Bienvenidos al futuro!

Te invito a leer esta obra e integrarte en esta maravillosa experiencia de analizar ideas y ponerlas en práctica desde ya para formar parte de ese futuro próspero, vibrante y sostenible.

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